El 24 de junio de 1935, hace ya 90 años, el tango perdió a su voz más universal: Carlos Gardel, el cantante, actor y compositor que con su carisma, voz de barítono y presencia escénica transformó para siempre la historia de la música popular rioplatense. Murió en un accidente aéreo en Medellín, Colombia, cuando se encontraba en plena gira artística por América Latina.
Gardel había nacido en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de 1890, como Charles Romuald Gardes. Hijo de madre soltera, emigró a la Argentina con poco más de dos años, donde fue criado en el barrio del Abasto, en Buenos Aires. De allí surgiría uno de sus apodos más entrañables: El Morocho del Abasto.
Iniciado como cantor en ruedas de fondas y comités del Abasto, fue José Betinotti, el payador, quien lo bautizó como El Zorzal Criollo. En 1911 formó el dúo Gardel-Razzano, asociación que duraría hasta mediados de los años veinte.
Su repertorio inicial era criollo, sin tangos. Recién en 1917 se animó a cantar uno en público: “Mi noche triste”, pieza que marcó el inicio de una nueva era para el género.
El éxito lo llevó por escenarios de Argentina, Uruguay, Brasil y luego Europa. En 1925 debutó como solista y grabó sus primeros discos eléctricos en Barcelona. La evolución técnica de la industria musical lo acompañó en cada paso: Gardel fue pionero en grabar con orquesta, en cine sonoro y en utilizar la radio como plataforma de difusión masiva.
Desde el Teatro Fémina de París hasta la NBC de Nueva York, pasando por el Empire de Londres, Gardel llevó el tango a públicos diversos, con un repertorio que combinaba drama, nostalgia, picardía y emoción. Su asociación creativa con Alfredo Le Pera dio origen a tangos inmortales como “Melodía de arrabal”, “Silencio” o “El día que me quieras”.
Además de cantar, actuó en películas que lo consagraron como figura internacional. Participó en varias producciones para Paramount, tanto en Europa como en Estados Unidos, y compartió escena con figuras como Bing Crosby y Richard Tauber.
En 1935, Gardel inició una ambiciosa gira por América Latina. Había triunfado en Nueva York y planeaba conquistar nuevos mercados como México y Cuba. Sin embargo, el 24 de junio, su avión se estrelló al despegar del aeropuerto de Medellín, acabando con su vida a los 44 años.
La tragedia conmocionó al mundo hispano. El dolor popular fue tan hondo como su huella musical. Desde entonces, su figura creció en dimensión mítica: su voz, decían, “cada día canta mejor”.